Buenas prácticas de manejo para la implantación de pasturas

Por Eloísa Pimienta, Responsable Técnica de Barenbrug Argentina

 

Planificar la rotación de pasturas y cultivos forrajeros o agrícolas a asignar a cada potrero y ajustar cómo estos se ordenan en el tiempo para ofrecernos una combinación equilibrada cada año, es una tarea que no tiene costo y que es de altísimo impacto. Al definir un sistema de producción animal particular, con sus categorías y sus correspondientes necesidades nutricionales y objetivos productivos, habremos establecido la curva de demanda animal. Nuestros verdeos, pasturas perennes y cultivos forrajeros deberán intentar copiar esa curva de la mejor forma ofreciendo pasto en cantidad y calidad y/o permitir cubrir los déficits forrajeros que surjan en invierno o verano mediante la producción de alimento a diferir en pie o conservar bajo la modalidad de silo o fardo.

La rotación dentro de un potrero, que resulta de encadenar pasturas y cultivos con características diversas, genera espacios de tiempo en los que el huésped susceptible está ausente, permitiendo reducir la presencia de plagas y enfermedades importantes que muchas veces condicionan la persistencia y productividad de nuestras pasturas.  El manejo integrado de malezas también resultará favorecido por la combinación de diversos componentes que admiten herbicidas diferentes y muy especialmente porque las nuevas malezas resistentes a herbicidas que han surgido en la agricultura de granos son particularmente sensibles a la competencia de las pasturas perennes.

La rotación también definirá el antecesor que tendrá nuestra nueva pastura y de este surgirán condiciones particulares de cantidad y características del rastrojo o tapiz sobre el que habremos de sembrar, las malezas predominantes, la disponibilidad o el déficit de nutrientes y quizás también condicionará la fecha de siembra.

Existen un conjunto de técnicas de manejo que deben integrarse considerando las particularidades de cada situación productiva para lograr el éxito en la implantación de pasturas.

 

PLANIFICACIÓN

En la mayoría de los casos la siembra directa de pasturas se utiliza en sistemas no estabilizados de rotaciones agrícolas-ganaderas con pocos años de historia de uso de la técnica. En esas situaciones los resultados dependerán en gran medida de las decisiones tomadas en las fases de cultivo anteriores a la pastura.

La integración de pasturas a la rotación debería ser planificada por lo menos con un año de anticipación.

La siembra directa permite sembrar sin laborear el suelo, dejando rastrojos en superficie y eliminando la manipulación mecánica del suelo, reduciendo a un mínimo la erosión, produce aumento de la materia orgánica básicamente por el proceso de muerte y descomposición de raíces y por la protección que genera la cobertura vegetal muerta en superficie que se integra al mismo. Estos procesos aumentan la vida microbiológica y la meso fauna, a su vez mejora la estructura del suelo.

Esta técnica permite reducir los largos de barbecho, ya que no requiere realizar las múltiples pasadas de herramientas de laboreo que antecedían a las siembras bajo el sistema tradicional.  Sin embargo, esta situación puede llevar a acortar por demás el largo de barbecho, no permitiendo que ocurran los procesos naturales de descomposición vegetal y descompactación del suelo, perjudicando la calidad de la siembra y la implantación de la pastura. Recomendamos entonces planificar los largos de barbecho respetando los plazos para que estos procesos ocurran y generemos condiciones óptimas para la nueva pastura a sembrar.

 

OBJETIVOS

Se deben tener claros los objetivos que esperamos alcanzar con el establecimiento de la pastura: incrementar la productividad, mejorar la ganancia de peso por animal, recuperar suelos degradados, etc. Puede ser uno o varios, pero que estos sean alcanzables e integrados bajo un sistema productivo.

 

SELECCIÓN DEL LOTE

  • Considerar los requerimientos de fertilidad, textura, profundidad de suelo y drenaje de las diferentes especies para implantarse y permanecer productivas.
  • Proyectar fecha probable de entrega de los lotes. Presupuestar actividades de siembra.
  • Prever cambios de manejo, estimar balance forrajero y necesidades de carga animal. Planificar necesidades de subdivisión, aguadas y suplementación.
  • Evaluar la situación de enmalezamiento del lote. Determinar poblaciones predominantes en el banco de semillas y remanentes del cultivo anterior para ajustar la estrategia de control químico.

Evitar lotes con gramón, sorgo de Alepo o dominancia de otras malezas perennes. En estas situaciones es preferible mantener o incorporar los lotes en la rotación agrícola con cultivos que permitan controlar las malezas perennes antes de la siembra de la pastura.

 

BARBECHO

El período de barbecho es el tiempo que transcurre entre el secado o culminación por madurez del antecesor y la siembra de la nueva pastura. En este período debemos resolver posibles limitantes y generar las mejores condiciones para una excelente implantación.

 

 

Esta sería la lista de objetivos a alcanzar durante el período de barbecho:

  • Muerte del tapiz anterior o inicio de descomposición del rastrojo del cultivo antecesor.
  • Control de malezas presentes.
  • Descompactación natural y/o mecánica del suelo.
  • Corrección de microrelieve causado por pisoteo o tránsito de maquinaria.
  • Acumulación de agua en el perfil del suelo.
  • Almacenamiento de nutrientes.

 

MANEJO DE RASTROJO

La cantidad y tipo de rastrojo junto con el ambiente (fertilidad natural, condición física del suelo, humedad y temperatura) determinan el tiempo necesario para que ocurra la liberación de estos nutrientes.

El tiempo mínimo de barbecho depende de la cantidad de rastrojo y su tasa de descomposición. Esta está gobernada por la constitución química del rastrojo (% de nitrógeno y lignina), la disponibilidad de nitrógeno en el suelo y el ambiente (temperatura, humedad).

 

Como concepto general:

  • Con 50 a 60 días de barbecho (laboreo primario-siembra) en chacras nuevas, con alta fertilidad natural, es posible reducir los problemas provocados por la presencia del
  • rastrojo anterior y capitalizar las ventajas de su incorporación al suelo. En chacras viejas y/o baja fertilidad, el tiempo necesario puede llegar hasta los 120 días, dependiendo de tipo y cantidad de rastrojo. En estas situaciones, o cuando no se puede respetar el tiempo mínimo de barbecho, una solución es reducir la cantidad de rastrojo.

 

CULTIVOS ANTECESORES

La elección y manejo del cultivo antecesor es crítico, ya que incide en el momento de liberación del lote definiendo duración y oportunidad del barbecho así como la fecha de siembra.

Asimismo, el cultivo antecesor tiene directa relación con las condiciones en que trabajará la sembradora. Debe hacerlo sobre una superficie firme, con pocos rastrojos, para que no afecte sus sistemas de control de profundidad. Si son muy abundantes y están mal distribuidos provocarán una profundidad de siembra despareja, dejando algunas semillas entre el rastrojo, sin contacto con la tierra, y otras en sectores sin cobertura vegetal, a mayor profundidad que la deseada.

Por lo tanto, la eficiencia de implantación dependerá del volumen y tipo de rastrojo remanente.

Este es uno de los factores de mayor incidencia en los resultados que se obtienen en siembra directa de pasturas.

 

CUADRO 1. Eficiencia de implantación de la alfalfa en siembra directa con diferentes cultivos antecesores.

 

                                           15 D.D.E. y 45 D.D.E= 15 y 45 días después de emergencia.

 

  • Sembrar alfalfa preferentemente después de gramíneas. Si el antecesor es otra leguminosa, girasol o pasturas degradadas se debe curar la semilla con funguicidas sistémicos o usar semilla peleteada. Estos antecesores poseen patógenos comunes con la alfalfa cuyas poblaciones se incrementan en el suelo a lo largo del tiempo.

 

  • En el caso de sojas de ciclo largo, al atraso en la fecha de siembra se agrega el incremento en la presión de inóculo de hongos del suelo que se ven favorecidos por las temperaturas bajas y altos contenidos de humedad propios de suelos bajo siembra directa. Este problema es severo en siembras de alfalfa y trébol rojo que son afectadas por complejos de hongos que causan damping off (Phytophtora spp., Pythium spp.) y podredumbre temprana de la raíz y la corona (Sclerotinia spp., Aphanomyces spp.).

 

  • No sembrar alfalfa sobre pasturas que hayan incluido la especie para evitar fallas en la implantación por alelopatía y enfermedades de suelo.

 

La alfalfa se caracteriza por presentar un efecto denominado autotoxicidad, donde los exudados radicales, más las partes muertas de las plantas degradadas, generan una serie de sustancias en el suelo que provoca efectos adversos en la misma especie que los origina. El efecto es más poderoso si las sustancias autotóxicas se generan a partir de las hojas descompuestas y es más fuerte cuanto más envejecido y denso esté el alfalfar que lo provoca. Si bien este efecto es inhibidor de crecimiento para la misma alfalfa, tiene a su vez efectos negativos sobre otras especies, tanto sean cultivadas, como también en algunas malezas. En este caso, el efecto es denominado alelopatía.

 

La autoxicidad impacta en la germinación y afecta fuertemente al desarrollo de las raíces. La primera consecuencia es una mayor mortandad de plantas en implantación temprana y una gran debilidad de las supervivientes. Esto genera retrasos en la entrada en producción, menores producciones de materia seca y rebrotes posteriores más lentos. Por otro lado y como efecto indirecto, la densidad de plantas efectiva queda por debajo de lo buscado, quedando de este modo muy expuesto a los riesgos productivos que implican las densidades inapropiadas desde los estadios iniciales de la pastura. Sumado a esto, la falta de rotación trae aparejada una concentración de enfermedades en el suelo. Es importante remarcar que este aspecto es trascendental para la alfalfa, ya que la mayor o menor resistencia a enfermedades de raíz y de corona, define la persistencia de la pastura y su capacidad de producción.

 

RESIDUALIDAD DE HERBICIDAS

  • La residualidad de un herbicida en el suelo puede definirse como el período o longitud de tiempo durante el que permanece en forma activa. La persistencia posee particular importancia debido a que determina el período de tiempo en que pueden esperarse efectos fitotóxicos que pueden interferir con el establecimiento de la nueva pastura. Los herbicidas se aplican para controlar malezas en cultivos o barbechos, siendo deseable que desarrollen su acción durante los períodos requeridos, no debiendo persistir en el suelo de manera que afecten el crecimiento de cultivos subsecuentes. Varios factores inciden en la longitud del tiempo que persisten los herbicidas. La mayoría de los factores entran dentro de tres categorías que interactúan fuertemente entre sí: factores del suelo, condiciones climáticas y propiedades del herbicida.
  • La alfalfa es sensible al picloram (Tordon) y a algunos herbicidas tipo sulfonil-urea (Ally, Glean). En todos los casos consultar a los técnicos de las empresas proveedoras.
  • Se ha observado que la trifluralina puede afectar el establecimiento de gramíneas forrajeras hasta 18 meses luego de su aplicación en años secos (menos de 600 mm). Lo mismo ocurre con las del grupo de las triazinas (atrazina/simazina) cuando se usan en maíz para silo o grano.

 

USO DE HERBICIDAS PRE-SIEMBRA

  • Los tratamientos deben hacerse temprano durante el barbecho para acumular agua en el perfil y permitir una adecuada descomposición de los rastrojos.
  • Las forrajeras presentan poca capacidad de competencia frente a las malezas lo que plantea no sólo la necesidad de utilizar productos químicos eficaces y seguros, sino también que los mismos sean utilizados en el momento oportuno de manera de intervenir a tiempo y previo al período crítico de competencia y asegurar adecuadas condiciones ambientales para un rápido establecimiento.
  • Evaluar las malezas presentes para definir momento, productos y dosis a aplicar.
  • La elección del herbicida así como las combinaciones y momento de aplicación dependerá de cada lote y mezcla de cultivares, ya que existe riesgos de fitotoxicidad.
  • Controlar calidad del agua y condiciones ambientales antes de la aplicación. Usar humectantes, aditivos y correctores cuando sea necesario.
  • Evitar aplicaciones de glifosato en situaciones limitantes para el crecimiento de las malezas, no aplicar sobre rocío o sobre cubiertas

     vegetales con polvo o sustancias orgánicas.

  • Verificar continuamente la eficiencia de la aplicación de los productos.
  • Esperar de una a tres semanas para permitir una adecuada evaluación del efecto de los herbicidas.

 

MUESTREO DE SUELOS, MONITOREO DE NUTRIENTES Y DEFINICIÓN DE LA FERTILIZACIÓN A LA SIEMBRA

El éxito de toda buena pastura depende en gran medida de asegurar una adecuada nutrición y una porción importante de los nutrientes debe ser suplida mediante la fertilización. Los fertilizantes aplicados son responsables por aproximadamente dos tercios de los costos de toda pastura y para gestionar esta inversión de manera eficiente debemos, por lo menos, analizar la situación de partida de toda nueva pastura. Con el tiempo iremos construyendo nuestro propio banco de datos para cada potrero, permitiendo identificar situaciones de suficiencia, que generarán ahorros, y situaciones de deficiencia a ser corregidas con la fertilización a la siembra y las refertilizaciones anuales.

 

Fósforo (P): La aplicación de fósforo ha sido una práctica habitual tanto en la siembra de pasturas, como en su refertilización anual. Conscientes de las deficiencias en disponibilidad de fósforo que suelen tener los suelos y de la demanda particular de este nutriente por parte de las leguminosas forrajeras, Barenbrug ha promovido la fertilización con fósforo. Su adecuada disponibilidad promueve producción de forraje y aumenta la tolerancia al déficit hídrico y la defensa vegetal frente a plagas y enfermedades.

 

Potasio (K): El potasio es otro macronutriente clave para el normal funcionamiento de las plantas: participa del metabolismo energético, de la síntesis proteica, en el transporte por haces vasculares, en la regulación de la presión osmótica y en el crecimiento radicular, entre otras funciones fundamentales. La acumulación de años de agricultura ha generado situaciones en las que resulta rentable aplicar este macronutriente. En consecuencia, recomendamos evaluar el contenido de potasio intercambiable en el suelo. Se sugiere analizar este indicador en combinación con la Capacidad de Intercambio Catiónico, las Bases Totales y los contenidos de Calcio, Aluminio y Sodio para estimar la relación entre bases y así hacer una interpretación más completa que ayude a definir la necesidad de aplicar potasio a la futura pastura a sembrar.

 

Azufre (S): El azufre es otro nutriente que ha cobrado importancia en la última década y que hoy entendemos debe considerarse a la hora de elaborar nuestro plan de nutrición de pasturas. Se recomienda considerar el uso de fórmulas que contengan azufre, ya que con cantidades relativamente bajas logramos suplir la demanda de las plantas y asegurar que este no limite la respuesta vegetal a aplicaciones de Nitrógeno. Como ejemplo podríamos mencionar el uso de superfosfato simple o común, que contiene 12% de azufre.

 

Acidez y encalado: Nuestros suelos son ligeramente ácidos, pero cuando son expuestos a aplicaciones altas y frecuentes de fertilizantes nitrogenados amoniacales, como la Urea o el Sulfato de Amonio, pueden tornarse ácidos y limitar el crecimiento vegetal. La acidez del suelo altera la disponibilidad de los principales nutrientes. A medida que el suelo se torna más ácido se reduce la disponibilidad de Nitrógeno, Fosforo, Potasio, Azufre, Calcio y Magnesio. La nodulación y la fijación biológica de Nitrógeno también se ven afectadas negativamente cuando aumenta la acidez del suelo. 5,5 podría indicarse como un valor mínimo de pH de referencia para la mayoría de las especies forrajeras, aunque para alfalfa correspondería proponer un valor mínimo de pH, que asegure el buen desempeño, en el entorno de 6,0. Cuando la acidez esté por debajo de estos valores de referencia podemos aumentar la oferta de nutrientes para compensar su menor disponibilidad, y/o considerar la práctica de encalado para corregir el pH del suelo.

 

Evolución de la materia orgánica y construcción de fertilidad: Aconsejamos monitorear el contenido de materia orgánica de los suelos. El estudio de la evolución del contenido de materia orgánica nos permite detectar cambios que indiquen degradación o mejora de los suelos. La materia orgánica participa activamente como fuente de nutrientes para las plantas y está fuertemente relacionada con la fertilidad física de los suelos, que se refleja en la estructura y con esta las oportunidades de exploración radicular, la infiltración y la capacidad de almacenamiento de agua.

 

Nitrógeno (N): El nitrógeno es un nutriente que las plantas precisan en cantidades importantes y en suelos bajo siembra directa su oferta es en general limitada. Cuando la pastura esté compuesta fundamentalmente por especies gramíneas, tendremos que agregarlo mediante la fertilización. Al mismo tiempo, este es un nutriente fuertemente expuesto a pérdidas por lavado, denitrificación y volatilización. En consecuencia, recomendamos fraccionar su aplicación.  Sugerimos hacer una primera aplicación a la siembra para estimular los procesos que ocurren durante la implantación y continuar aplicando de manera secuencial a medida que transcurre la estación de crecimiento, cuando no haya otras restricciones importantes (sequía o muy bajas temperaturas) y tengamos necesidad de promover la producción de forraje.